Exclamar  al aura,
invocar señales

Cruzar los signos abrumados,
extraviados


Agrietar las entradas,
retornar a lo eterno
estremecer


Fragmentar  los cuerpos,
no erradicar la piel 


Alucinar con lo inexistente


Expulsar lo no vivido,
indagar en los no-lugares,


Separar los ojos en la oscuridad del letargo,
circular en ranuras imparciales al precipicio


Restistir todas la hiedras del revés,
encender interiormente...


Anidar en la fragmentación
de los cuerpos ignorados

Danzamos desde el laberinto
sin aturdir

Quebramos los ojos

Exisitmos entre las adormecidas

Vamos al encuentro.


Desterramos los surcos
de los viajes intranquilos

Brotamos
tejemos en los recovecos tenebrosos
los poema-canción que nos nombran


Atravesamos los vestigios de lo opuesto
sin escuchar las voces circulares

Es la existencia


Nuestros cuerpos son nexos torcidos
del otro lado del umbral
Descubrirse
inmutable y sombría

Descubrirse
entre telas,
hechizadas

Descubrirse
entre ojos rotos
en una estación
silbando de fondo
invariablemente,
la letra sin fin

No saber distinguirse
en un retrato

Que las señales no enmudezcan
Que no se opriman con los signos

Que existas al lado

Retornar y estremecerse.
en la cadencia circular
en la voz ajena

Brotar entre las pieles

Aullar y correr
a los no-destinos

Confundirse sin evasiva
en lo indiferente de las tinieblas
en el rostro ausente
en la inmensidad del vacío

Sobre tu memoria temporal
esta la herida .

y el nacimiento se esparce por la tierra…

Confundirse en el revés,
revelarse en los ciclos de florecimiento,
conectarse afinadamente.

Dudar de las hiedras indivisibles,
de las curvas que se experimentan
y no se pierden de vista…

Dudar
de los bríos inmóviles,

Dudar
de los sollozos de la sombra.

Observarse en el renacimiento,
en el revés
en los cuerpos ajenos